octubre 11, 2017

Cosas que se mueven

En la soledad de la arena, en un terreno en el que el silencio es el sonido que se advierte durante muchos años, una roca comienza a moverse como si tuviera vida. El tiempo transcurre de manera imperceptible y de esta misma manera se va dibujando una trayectoria que al cabo de unos tres años se convierte en la huella del camino que siguió una piedra. Dicen que las piedras se mueven incluso hasta 100 metros a lo largo de un año.


En la naturaleza, las cosas sin vida o aquéllas que parecen no tenerla, en algunas ocasiones se mueven. Quizás este tipo de fenómenos han inspirado a algunos artistas a crear esculturas con movimientos asombrosos que son parte del arte conocido como “escultura cinética”.

El escultor Theo Jansen estudió física en su natal Holanda pero se decidió por seguir el camino del arte y hoy es conocido por la creación de esqueletos que pueden moverse propulsados por el viento dando la impresión de ser estructuras biológicas con movimiento propio o lo que él ha denominado, la creación de una “nueva naturaleza”.


La sensación del movimiento no ocasionado por la vida es impactante y quizás es lo que el escultor norteamericano Anthony Howe también desea transmitir con sus esculturas que parecieran criaturas extraterrestres o vórtices y que construye con la ayuda de su computadora.


Y a veces basta con la sutilidad de escultores como los norteamericanos Lin Emery o Lyman Whitaker para dejar una sensación de admiración de ver “cosas que se mueven”.



Pero no sólo el viento es el que produce movimiento a las cosas inertes. En su escultura “piedras rodantes” en una fuente de la ciudad de Dublín, la inglesa Angela Conner “inyecta de movimiento” a dos esferas que se balancean y usa esa misma técnica en otras esculturas para que se muevan con el agua.


En ocasiones, los artistas combinan también la luz con el movimiento para dar la impresión de que la naturaleza adquiere vida que surge de los sueños de un futuro fantástico y casi tangible como lo hace el escultor coreano U-ram Choe.


Dicen que las piedras rodantes podrían moverse debido a un suelo húmedo, a una capa de arcilla o a un viento constante que las empuja día con día.

Tal vez, en ocasiones, la física quiera hacer de las suyas intencionalmente o sin intención alguna con las cosas de la naturaleza.

Quién sabe que más cosas que se muevan puedan ver nuestros ojos en el futuro, aquí o en cualquier otro planeta…

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El mundo quizá no es más que un conjunto de poliedros irregulares cuyas caras son extrañas y cambiantes... Veamos hasta donde y hasta cuando rueda este poliedro antes de desvanecer sus aristas y perder la planaridad de sus caras, antes de volverse una esfera... a quién alguien en el camino le diga que su destino, era rodar y rodar.